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Sala de exposiciones La Pedrera
La exposición «Toni Catany. Cuando ir era volver», pese a su evidente carácter retrospectivo, se propone revelarnos a un Catany diferente de aquel que conocemos y del recuerdo que se suele tener de su trabajo.
A menudo etiquetada como «clásica», «tradicional», «neopictorialista», incluso «nostálgica», la obra de Catany responde a veces poco o mucho a estos epítetos. Pero también es una obra audaz, anclada en su tiempo, sembrada de sorpresas. Moderna.
La vida y la obra de Toni Catany se podrían definir como una sucesión incesante de idas y venidas entre Llucmajor y Barcelona, entre el Mediterráneo y el resto del mundo, entre el interior y el exterior, entre los proyectos y los recuerdos, entre los procesos fotográficos del pasado y las tecnologías actuales.
Todo acaba siendo cuestión de idas y venidas, de vaivenes, de entradas y salidas, de aquí y de allá. Estos movimientos incesantes e inextricablemente unidos se alimentan mutuamente en una búsqueda apasionada: glorificar la belleza y la armonía, hacer emerger el arte de lo cotidiano, crear vínculos, construir puentes, encontrar semejanzas a veces inverosímiles. Y encontrarse uno mismo; es decir, mostrarse. A través de sus fotografías, Toni Catany no ha hablado nunca de otra cosa que de sí mismo. He ahí la cohesión y la coherencia entre estos miles de imágenes que recorren medio siglo.